En los últimos meses no hemos hecho más que gritar para exigir la respuesta del gobierno, respecto a todos los desaparecidos de Guerrero. Todo México se ha unido a estas protestas, nos hemos indignado cuando Televisa y TV Azteca solo transmiten escenas donde el pueblo es quien agrede y asesina, el malo de la historia, proyectando a un pueblo violento, ignorante e intolerante al resto del mundo. Propiciando una nueva etiqueta, justo cuando habíamos conseguido librarnos del estereotipo “del sombrerudo con calzones de manta y huaraches”, ahora somos asesinos de gente inocente, narcos o pobres.
En fin nos hemos indignado durante años por la imagen que el resto del mundo tiene de nosotros, de los comentarios negativos para con nuestra gente o de como lucen nuestras ciudades en comparación a las del resto del mundo, como suiza, Inglaterra y otras.
Sin embargo ahora me doy cuenta que cuando la gente que viene y se toma la molestia de visitar nuestro país, aun con todo en nuestra contra, a cerciorarse por ellos mismos de lo que es realmente nuestro país, solo se lleva el reflejo de lo que nos hacemos.
Hace un mes, antes de las vacaciones, hubo junta para firmar boletas en la escuela de mis hijas, y algunos de los padres aprovecharon la junta para informarnos que iba a haber una protesta en las puertas de la escuela pues había un niño que padecía de TDAH (trastorno del déficit de atención e hiperactividad) padecimiento que aparentemente hoy en día es cada vez más común entre los niños, y que pretendía entrar a la escuela, el problema radica en que este niño tenía antecedentes violentos, claro que en ese momento no sabíamos que esto sucedió antes de ser diagnosticado. Me di cuenta que los padres ya habían etiquetado al niño como “violento” antes de que pudieran saber siquiera de como era su cara.
Mi indignación llegó a un punto en donde no pude quedarme callada y comente que eso era una muestra más de la discriminación que se vive en nuestro país, que no deberíamos de tener calidad moral de reclamar ni exigir nada al gobierno, si entre nosotros no podíamos hacer valer uno de los derechos más simples a un niño de 8 años y era el poder estudiar.
A una semana de haber regresado clases hubo la primera protesta y una recolección de firmas para evitar el ingreso del niño a la escuela, llevaron abogados especialistas en el tema bullying “intentando armar un caso de algo q aun no ocurría”, fue muy triste ver como unos 20 padres se unían para atropellar los derechos de un niño de 8 años que no tiene la culpa de tener esta enfermedad.
El TDAH es una enfermedad en la que es muy fácil etiquetar a la gente, y me di cuenta, que nosotros somos nuestros peores enemigos, los hijos los padres que protestaron por el ingreso de un inocente, solo podrán educar a los intolerantes de nuestra sociedad.
Al final todo tendrá la imagen del tono que le demos a nuestra vida, pues ponernos en el lugar del otro es un tanto complicado. La verdad es que no somos tan buenos.
Por Romyna Pineda. @RomynaPineda