Un Hombre Libre
Corre el año 2028 de nuestra era, somos los sobrevivientes que se han aferrado a una vida de amaneceres rojos por la sangre de nuestros hermanos asesinados, consecuencia de las guerras civiles y los golpes de estado que se han sucedido desde la última vez que la sociedad civil tenía que acudir a las urnas para sufragar por algún candidato corrupto para que nos representara. No lo hicimos. De alguna manera, nuestra conciencia colectiva nos indicó que esa vez era ya demasiado: los partidos políticos gastaban más dinero en sus campañas de lo que erogaban en sus mandatos. También era ya muy evidente el nexo entre el estado y el narco, increíblemente en los estados en donde más paz social existía; así comprendimos que en el momento en que las autoridades estatales rompían relaciones con las células del narco, era cuando se desataba una oleada de violencia que ahora nos recuerda aquella guerra de fuego en el territorio de lo que fue el estado de Jalisco. De aquellos años también recordamos la burla social en que se convirtió la política nacional; en los estados de Morelos, Guerrero y Nayarit, varios personajes del mundo del entretenimiento quisieron incursionar en las arenas políticas a nivel local y regional. La gente sencillamente no lo soportó más.
No lo soportamos más; no acudimos a votar. Entonces, la prensa nacional no vendida (muy reducida ya en aquella época) y sobre todo, la prensa internacional se volcaron en críticas contra un régimen político mexicano que se hacía llamar democrático pero que en realidad ostentaba las formas y los contenidos de una dictadura militarizada que buscaba el control de todo. Fue el fin de las grandes televisoras mexicanas, que servían como aparato legitimador del estado, al aparentar que no ocurría nada, mientras que nuestros derechos humanos eran borrados del mapa. Así sucedió en verdad con muchas mujeres mexicanas, que continuaron apareciendo asesinadas en todo el territorio del país, no solo a causa de una práctica machista intolerante y aberrante, sino también por la omisión y el valemadrismo del gobierno, que nunca tomó acciones severas en contra de los asesinos. La gente sencillamente no lo toleró más.
Años después, se empezaron a proclamar los primeros territorios autónomos en el país, en los que tomamos el poder y la administración en nuestras propias manos. Sin embargo, poco duraron los festejos del fin de los partidos políticos, pues estos, férreos dinosaurios que viven para y por el poder, establecieron donde pudieron, alianzas con los narcos y otros grupos delictivos para introducir el miedo en la población, y así, sustentar un poder que ya no les pertenecía. Sigue sin pertenecerles, pues aún seguimos vivos, y aún continuamos con nuestras prácticas de desarrollo sustentable mediante un corporativismo que no ha dado tregua. Ha sido difícil sostener esta lucha, pues las redes del PRI, PAN, PRD y demás partidos, así como de las viejas televisoras poderosas, se han extendido buscando nuevos y fieles seguidores. Aún los encuentran, pues aún existen parásitos que quieren que exista un gobierno que les arregle sus problemas, aunque les coarte sus libertades más elementales.
No ha sido fácil, pero nos mantenemos, pues queremos un México libre de partidos corruptos, de senadores y diputados con sueldos millonarios que lastiman la dignidad de la vida de sus supuestos representados, de miles de personajes políticos de poca monta que de otra forma, ya hubieran crecido y asumido el control de nuestras propias ciudades solo para su propio beneficio. La gente, a estas alturas, ya no es como era antes: desinformada, desorganizada, no crítica. Hoy celebramos nuestras terceras elecciones internas para designar a representantes regionales que, ahora sí, están al servicio del pueblo y de sus necesidades. Hoy festejamos la época en que dejamos de votar por políticos corruptos; hoy seguimos en pie de lucha. Pueblo, únete.
por Carlos Freeman: @caufree
(Un Hombre Libre)