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#AhoraSuena:

¡Bolas don Cuco! Fue lo primero que se me vino a la sesera cuando me estrellé con el cartel…

¿Entonces qué, mi reina, nos lanzamos al Morelos?, están proyectando When you´re strange, un documental que se lanzó en el 2009, acerca de la historia de The Doors, y que fue dirigido por Tom DiCillo (Delirious y Living in Oblivion) –conversaba con mi nena el día anterior– y para convencerla, la neta, tuve que darle el plus de estar narrado, nada más y nada menos que por el actor de la década: Johnny Depp.

…Y pues ya sabrán el mero día, lo de ley, saliendo a galope de estampida de la chamba, llegando tarde con la nena (sorry), pero eso sí, a tiempo para ver el film desde el principio, como recomienda el Diablo.

Ya traía el antecedente de la biografía que Oliver Stone lanzó en 1991, pero la neta no fue cosa impresionante, así que la curiosidad en esta mirada me resultó mucho más tentadora, pues venía con la expectativa de algo más realista y crudo en comparación, es decir, una chingonada de documental, venía con las ganas de ver un Morrison más arraigado a su naturaleza autodestructiva y al contexto que enmarcó el gran éxito de esta banda.

Igual aquí la crítica me apetece y se respeta de quien venga, por eso me enfocaré en las emociones que me vienen personales, y así ahorrarme el error de colectivizar una historia que habla por sí misma y tienen esa bendición del arte, de poder interpretarse desde las líneas de la experiencia personal (de cada persona) Debo compartirles que me pareció un detalle de lo más grato entrar de lleno al filme, sin preámbulos comerciales ni moralizadores. En este punto, iniciar el viaje adentro, en un contexto ajeno mi tiempo y a mi espacio, me pareció sensacional; el documental tiene esa magia que sólo sucede con los filmes de corte antiguo y que transporta directamente a una época en la que más de uno desearía haber existido.

Comencemos porque un disparo fue el detonador de los años 60 (no se pierdan esa escena, por favor) y porque el lado más honesto de la libertad fue su metamorfosis al libertinaje: el sexo, las drogas y el alcohol en exceso, y no es que me parezca pertinente el elogiar estas memorias, mucho menos el justificarlas, pero sinceramente me parece que cada quien elige sus chamucos y se los clava por donde mejor le parece, ¿o no?, además, en aquellos años de violencia (¿la Guerra de Vietnam les dice algo?), los estupefacientes, la sexualidad abierta y otros vicios, fueron parapeto de toda una generación. Convirtiendo, así, a las luminarias en ejemplos a seguir o quizás en semidioses que impusieron un estilo de vida basado en la autodestrucción.

Y no es que me las dé de santo ni que venga aquí a crucificar ciertas acciones, más bien, prefiero centrarme en el punto que el mundo no ha cambiado un gramo, pues a mi parecer, vivimos en un tiempo donde la violencia, el terrorismo y la muerte están más que a la orden y esto nos sitúa en un momento de nuestra historia en donde las nuevas generaciones nos alimentamos del pasado y cogemos los ejemplos que más nos convienen, los consumimos y nos los bebemos.

Considero que en determinado momento de nuestras existencias (pluralizo para no transgredir a nadie y porque cada quien es responsable de sus decisiones), la melancolía y el sufrimiento nos llegan de sopetón, y esto muchas veces nos orilla precisamente hacia ese sendero, el de la autodestrucción. ¿Qué quiero decir con esto?, pues que para muchos resulta más fácil vivir, por decirlo de alguna forma, en estados alterados de consciencia, que enfrentarnos al absurdo de nuestras realidades. Y hago hincapié en que no lo digo con el afán de criticar a nadie ni de sentirme la última cerveza del verano, pero siendo honesto, confieso que en algún momento de mi vida he tomado por caminos distintos a éste en el que ahora me encuentro, he tomado decisiones estúpidas y precipitadas (¡a huevo que sí!), y me he perdido en la embriaguez por no querer mirar la realidad que me rodea (y el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra)

Así pues, me encuentro ante un “Jimbo” que desconozco, ante un ser humano, ni tan común ni corriente, que sigue los pasos de su generación, que crece espontáneo y que en algún breve, sin saber como ha llegado hasta ese sitio, se descubre siendo un músico admirado por un Andy Warhol, quien a su vez es punta de lanza y genio de una tendencia artística que marcó una nueva ruta para los creadores de todo el orbe. Aquí se recupera la confianza, se reconoce y se descubre como la estrella, como el maestro, como el Rey Lagarto a quien todo mundo escucha y desea ver, más que por la majestuosidad de sus talentos artísticos, destruyéndose, consumiéndose en escena: “No puedes consumirte, si no estás en llamas”.

Aquí se me antoja entender y reflexionar un poco acerca de las distintas percepciones que tenemos los seres humanos durante el proceso de avance hacia lo inevitable; en alguna etapa nos sentimos invencibles, intocables, quizá hasta inalcanzables, pero siempre llegará el momento de entender que aquellos pasos que se llenaron de jolgorio e infinito exceso, serán entonces la consecuencia que nos duela hasta en los huesos y que nos ayudará a decidir si nos rendimos o nos mudamos a otro rumbo.

Y si bien de aquí surgió este nombre legendario, también fue esta frase el epicentro de las generaciones incendiarias: “Si las puertas de la percepción se abrieran, todo aparecería ante el hombre tal cual es: infinito”, William Blake.

Me despido de ustedes con el lado izquierdo conmovido y todas mis ventanas incendiadas, en llamas.

Comments
  • Memo Ordonez

    Ya somos dos, apenas la vi y también me estremecio. De no perderse la parte donde Jim esta destruido porque se ha dado cuenta de que: “No es inivencible”.

    Excelente nota.

  • Sophia

    Siempre es un verdadero deleite leer este tipo de reseñas con tan curioso sentido de humor que en verdad persuaden y te hacen querer leer más y más. El Diablo bien “peculiaron” solo como el lo sabe hacer.

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