Scott, Scott. Siempre Scott. – Sus contorsiones eléctricas al más puro estilo de Dave Gahan (Depeche Mode), su sonrisa nerviosa cuando por momentos pierde la noción del tiempo y espacio, su dentadura estéticamente perfecta, su look desencajado permanente en otra dimensión, su alto gramaje de sustancias ilegales que corren libre por sus venas, su figura alta y preocupantemente delgada y por supuesto, sus pantalones sastre siempre bien ajustados, hacen que cualquier presentación del rockero estadounidense Scott Weiland, ahora de regreso con su antigua banda Stone Temple Pilots, sea todo un show aparte.
Un ícono representativo del Rock Star en su más pura esencia. Sus divorcios, sus legendarias peleas públicas, sus encarcelamientos, sus estancias fugaces en centros de rehabilitación, y la extraterrestre habilidad de ejecutar conciertos de forma perfecta sin importar el número de estupefacientes, antidepresivos y alcohol que controlen sus movimientos y gestos faciales, comprueban con creces por qué Mr. Weiland es una leyenda.
En punto de las 10:45 de la noche salían al escenario de El Plaza Condesa los Stone Temple Pilots (los hermanos Robert y Dean DeLeo, Eric Kretz, y por supuesto, Scott Weiland) ante la impaciencia y esa hambre tan característica del público mexicano por escuchar y venerar a sus artistas favoritos.
Sin teloneros ni una gran producción hollywoodense, pero con toda la potencia y energía cruda en los riffs de “Crackerman”, los Pilotos del Templo de Piedra ponían a saltar a los más de 700 “die-hard” fans del cuarteto californiano que se dieron cita en el pequeño foro de la ciudad.
“Wicked Garden” y “Vasoline” fueron los siguientes temas en hacerse presentes en el escenario antes de la primera intervención del vocalista estadounidense para agradecer a los fans que se habían dado cita en el recinto, agradeciendo por haberlos invitado a su país.
Continuó la noche con temas de su más reciente álbum como “Between the lines” y “Heaven & Hot rods” que fueron gratamente recibidos entre el público, para después dar paso a una ceremonia en la que un chamán de Teotihuacán subió al escenario y ofreció un ritual del sonido del caracol a la banda originaria de California, dándoles la bienvenida a México.
El público no se quedó atrás y comenzó el ya clásico cántico “Olé!, olé!, olé!, pilots!, pilots!”, que para sorpresa de los asistentes, tendría a Scott Weiland uniéndose a ellos entonando al unísono.
Sin embargo, no todo fue color de rosa. Mr. Weiland también es humano y el hámster a veces lo traiciona; la noche del miércoles no fue la excepción: En numerosos intentos fallidos por recordar en qué país se encontraba, terminó por agradecer simplemente a Latinoamérica (¡Buena estrategia, Scott! de los 21 países que conforman esta región, ¡seguro uno de ellos es en el que te encuentras en este momento!)
¿Qué hacer en estos casos? – Si llevas casi 25 años tocando juntos, sabes cómo arreglarlo.
Sonaron los primeros acordes del ahora himno al rock alternativo “Plush”, y por supuesto, el pandemonio llegó a El Plaza Condesa. 700 gargantas se unieron para opacar el sonido que salía de los amplificadores del escenario. Era el momento más esperado, y llegó justo a tiempo.
Stone Temple Pilots continuaron interpretando sus más grandes éxitos como “Big Empty“, “Interstate Love Song“, “Dead & Bloated” ante el deleite de sus aficionados, Scott siguió siendo Scott intentando interactuar con el público uniendo palabras que lograran formar una frase con sentido, la mayoría de veces sin lograrlo, pero al público parecía no importarle. Una de las bandas más representativas del rock alternativo de la gloriosa década de los 90´s se presentaba ante ellos en un concierto con tintes íntimos, y eso era suficiente para lograr una gran noche.
“Trippin’ on a hole in a paper heart” fue la canción con la que el cuarteto Americano cerraba su primera de dos presentaciones en México. Y la ovación hacia ellos fue grande. Agradecidos ellos y agradecidos nosotros, solo puede significar una cosa: éxito.
Quizá Stone Temple Pilots ya no sea una banda que llene un Palacio de los Deportes, justo como ocurrió el año pasado, quizá no sea una banda que genere éxito tras éxito ni esté en las principales portadas internacionales, pero algo es seguro: Es una banda de culto, es una banda leyenda, y como tal, su música siempre será bienvenida en nuestro país.
¡Sean, pues, bienvenidos ustedes Stone Temple Pilots a México!
(Sí Scott, anoche te presentaste en México).
Por Chris Lejarazu:
@chrislejarazu