Hay ciertos álbumes que funcionan como el anuario de la prepa. Al escucharlos, reconoces a la chica que llamaba la atención por guapa y carismática; sin embargo, en muchas ocasiones esa producción no da material para siquiera sospechar la seductora femme fatale que surgiría en los próximos años. Así pasa con Angelfish; así pasó con Shirley Manson.
La primera vez que escuchas este disco, es difícil sentir una gran emoción. No hay mucho de especial en Dogs in a cage o en Tomorrow forever, incluso podrían confundirse con cientos de canciones de principios de los 90 con los que comparten elementos musicales. Sin embargo, recordemos que esta producción es un documento, una ventana a los primeros coqueteos con la fama de una incipiente diva del rock alternativo. Eso cambia todo.
Con la segunda pista Suffocate me, recordamos una leyenda repetida ya por muchos años. Angelfish (nombre tanto de la banda como del disco) surge como proyecto alterno de integrantes de la localmente célebre banda escocesa Goodbye Mr. Mackenzie; ahí estaba Manson, pasando de tecladista y corista a voz principal. En 1993 lanzan el EP Suffocate me, logrando un éxito un poco subterráneo, pero suficiente para que la canción que le da título se incluya en su álbum debut. De esta pista se haría luego un video que motivaría a Steve Marker a invitar a la chava de 28 años a unirse a la banda que acababa de fundar con Butch Vig y Duke Erikson: Garbage.
Recordando el motivo por el que escuchamos este disco, las canciones tienen más sentido. Reconocemos en Mummy can’t drive un ritmo mucho más familiar para acompañar la voz y la actitud que reconocemos en Manson. Los primeros segundos de You can love her nos hacen pensar en una versión desaturada y light de Stupid Girl, mientras no podemos dejar de pensar que Shirley, nuestra Shirley, suena casi como una vil cantante de pop fabricado para tweens.
La mayor parte de las rolas suenan sin fuerza, no permiten quitarnos de la cabeza que el no haber conocido primero a Angelfish es seguramente la maldición que nos hace no apreciarlos; entonces escuchamos Sleep with me. La voz de Shirley suena como una versión más dulce, pero aún muy sugerente, de los tracks más perversos de Garbage. La atmósfera muy al estilo dream pop le queda, y le queda muy bien.
El único sencillo extraído de la producción consigue un efecto similar, Heartbreak to hate nos regala un sonido más sólido, las emociones fluyen de la desesperación al enojo, la voz se quiebra por momentos, escuchamos lágrimas (no cuestionen, ¡por supuesto que se puede!), hacia el final de la rola lo mínimo que hacemos es marcar el ritmo con el pie, algunos nos permitimos marcarlo a saltos, imaginando como hubiera sido estar en alguna de las presentaciones de esta banda que se haría más famosa por la chica sexy que los dejó, que por sus canciones.
Cuando llegamos a The end (así se llama el último track, la originalidad no era el fuerte de estos chavos), los sentimientos están entremezclados. Nos asalta la duda de si esta banda pudo haber dado más que este único álbum; tal vez sólo necesitaban un poco más de tiempo para convertirse en la banda ideal para Shirley, pero un pensamiento más profundo nos reconforta. Aunque hay nostalgia al ver las fotos de la chica sexy de la prepa, la que nos gustaba, junto a su novio ñoño, también es bueno ver que al final encontró el amor verdadero, dejando a ese fulano para andar con el cuate, algo ñoño también, pero al que le gustaba la saturación y el sonido basura, ése que nos cae mejor.
Nota orginalmente publicada en adalortega.com en julio del 2013.
Por Adal Ortega:
@ortegayanez