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#AhoraSuena:

The Endless RiverPink Floyd

¿Era ésta la forma correcta de decir adiós?

Justo cuando pensé que mis ojos jamás volverían a ver grandes titulares anunciando un nuevo disco de Pink Floyd, los semi dioses británicos por fin decidieron darle una última alegría a sus millones de seguidores alrededor del mundo lanzando la muy anticipada producción discográfica The Endless River. Y como era de esperarse, aún sin salir al mercado, ya había roto todos los récords de preventa del gigantesco Amazon.

El escenario era perfecto: Los grandes maestros de la psicodelia y creadores del ni más ni menos considerado “Mejor álbum de la historia” nos regalaban un último gran tesoro, una obra maestra que cerraría con broche de oro una brillantísima y extensa carrera musical.

Antes de entrar en detalle sobre mi experiencia al ponerme los audífonos y dejarme llevar por lo que sería mi próximo nuevo disco favorito, es importante que tengas presente dos cosas:

  • Si piensas que The Endless River es un álbum de despedida, en donde encontrarás Comfortably Numbs y Dark Sides al por mayor, vas a sufrir muy cabrón.
  • Si tomas mi consejo y aceptas que lo que lanzó Pink Floyd es un mixtape de rarezas y fragmentos de canciones olvidadas, lleno de “y esta mamada, ¿qué?” remasterizadas magistralmente para vender muchos millones de copias, entonces seguro lo disfrutarás como puberto.

Sobre advertencia no hay engaño; aquí les comparto mis experiencias y reacciones, track by track:

Things Left Unsaid: El álbum inicia muy al estilo de Shine On You Crazy Diamond, con Richard Wright como primera voz en los teclados. ¡Esto empieza a sonar bien!

It´s What We Do suena inmediatamente después, manteniendo los teclados armónicos de Wright, pero tomando de la mano la inhumana perfección de la guitarra de David Gilmour, sutil, elegante, como una pequeña nave tele transportadora que nos remite a los mejores momentos de la banda. Un favorito al instante.

Ebb and Flow: Un cambio brusco, hasta forzado. Baja el tiempo y ritmo que se había logrado en It´s What We Do. Termina antes de lograr entender qué fue lo que pasó.

Sum da inicio a la segunda de cuatro partes del álbum, y muy bien podría ser el lado B de Run Like Hell. Tiene momentos muy interesantes con pasajes de distorsión de guitarra, pero nunca termina de llegar a ningún lado. Un gran ensayo, grabado en calidad de estudio. Se empieza a notar la ausencia física de Richard Wright, aún con varias capas de edición de audio.

Skins es todo y no es nada. Aquí es donde Roger Waters entraría con alguna genialidad. (Chris, ¡supéralo carajo! Roger se fue de la banda hace 29 años).

Unsung es el fragmento de audio perdido que nunca logró ser el intro de ninguna canción,  remasterizado 20 años después.

Anisina: Kenny G meets Pink Floyd. Gilmour intenta rescatar el barco hundido con un solo que termina demasiado pronto.

The lost art of conversation es el inicio de la tercera parte del álbum, y bien podría ser el soundtrack de una clase de Yoga, justo cuando te despides diciendo “namasté”.

On Noodle Street es un delicioso puente musical que encajaría perfecto en cualquier canción del álbum “Animals”. Y nada, sólo es eso. Cuando deberían entrar las grandes líricas de Waters sobre el fatalismo del ser humano, o un requinto épico de Gilmour para hacerlo memorable, te das cuenta que la canción ya terminó.

Night Light es uno de esos ringtones que jamás usas en tu celular, esa peculiar melodía que emite tu computadora cuando recién la prendes. Aquí tienes garantizado un “y esta mamada, ¿qué?”.

 Allons-y (1) ¡Por fin! ¡Rock n´Roll! (Se sirve un Jack Daniels en las rocas, se prepara para saborearlo) Espera….. ¡¿cómo que ya se acabó la canción?! Los dos minutos de buen rock más cortos de mi vida.

Autumn 68 – Vas a misa en domingo, sacas tu celular, grabas una parte, la masterizas, ¡boom! Tienes una canción. Súuuper garantizado un “chale, ¿esto qué?”.

Allons-y (2) ¡Aaahh! Sí seguía la canción que estaba buena. Deja volver a servirme mi cuba. Hasta el momento, lo más cercano a lo que quiero escuchar en un álbum de Pink Floyd.

Talkin´Hawking – ¿En dónde he escuchado esta misma canción? Ah sí, en todo el maldito disco. Espera… creo oír una voz, ¡sí! ¡Alguien está diciendo algo! Espera… ¿sí es del álbum o es de algún ad de una página web? La verdad no sé si se repitió el disco o si voy bien.

Calling – No tengo idea de qué acaba de pasar.

Eyes to Pearls – ¿Se acuerdan de Set the controls for the heart of the sun? No, ni yo.

Surfacing – Perdón, me quedé jetonsísimo. ¿Me juran que todavía no se acaba? Creo que tiene un buen sólo de guitarra, pero no me acuerdo.

Louder Than Words – El primer sencillo del álbum (¡no me digas! Si es el único donde se acordaron de cantar!! y para acabar de joder, ¡lo pusieron al final!) Este tema es como un “bonus track” de The Division Bell. Hace referencia directa a la relación que sostienen hasta la fecha con Roger Waters: “we bitch and we fight, diss each other on sight, but this thing we do it´s louder than words”. Ahh, sí, también tiene un gran solo de guitarra de mi tío Gilmour, backing vocals evangélicos y una excelente atmósfera melódica, cortesía del homenajeado Richard Wright.

En resumen, estos siguientes párrafos hablan de lo épico, monumental y grandioso que es The Endless River de Pink Floyd:

 

 Fin

 

 

 

 

por Chris Lejarazu :: @chrislejarazu

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